AUTOEDICIÓN.

No
tengo memoria veraz

que
me acune en certidumbres.

La
vieja alcahueta pule,

matiza,
censura, engaña.

Cuando
veo las viejas fotos

me
siento intruso en ellas,

como
si contasen historias ajenas,

cuentos
a medias recordados,

mentiras
dulces garrapiñadas de sonrisas

y
vestuarios imposibles.

Levantando
acta de vida editada

para
encajar en el presente

HUIDA.

Y
siento de nuevo la necesidad asfixiante

de
hacer del horizonte religión,

de
la carretera liturgia,

del
gris y el naranja alborada.

Del
frío de las madrugadas

verso
hondo, verso lento.

De
tu ausencia de niebla

motivo
y espera.

FILIACIÓN.

Soy
hijo de carreteras con vocación de rio

que
fluyen, que transcurren

entre
rocas, peñales y alcornoques.

Que
se vierten en pinares verdes y casi africanos,

centinelas
mudos de viajes épicos de juventud

y
de pieles morenas.

CAPITULACIÓN.

Me
entristecen hasta el llanto

las
mujeres domesticadas,

ignorantes
del dogal.

Mujeres
que juegan a juegos ajenos,

con
normas escritas por otros.

Mujeres
que simulan tomar decisiones

y
acaban diciendo “ que te parece?”

Mujeres
que son el resultado

de
una ecuación en que la incógnita

es
más que predecible.

INMANENCIA.

Hay
regalos que llegan

ignorantes
de serlo,

con
humildad franciscana y ropa de faena.

A
veces tardo años en darme cuenta

pero
cuando llega, es el kensho,

el
goce puro del despertar

y
ver que siempre estuviste ahí.

ITE MISSA EST.

Quiero
inventar para tí

una
liturgia nueva

que
hable de placer

y
no de misterios de dolor.


Que
evoque en oraciones breves, minúsculas

los
momentos felices de nuestra historia

y
los haga transcender

para
ser los nuevos misterios gozosos.


Quiero
regalarte una liturgia

de
viento y nubes transeúntes,

de
cometas de papel y caña,

de
estrellas fugaces

y
senderos efímeros en la arena

de
todo lo que es eterno

en
su levedad.