LOS HOMBRES Y LA SAL.

El
género masculino

así,
en general,

no
acaba de pillar el tranquillo

a
la sal y lo que implica.


Ni
a la sal de los ojos

(que
llueven mar)


Ni
a la sal de la piel

(que
es más que sudor)


Ni
a la sal de la memoria

(que
escuece en el recuerdo)


Así
que empecemos, pues,

por
la sal de la risa.


Esto
solo puede ir a mejor.

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