Necesitamos
la desesperación
porque
la fe solo mueve montañas,
solo
cambia de lugar el obstáculo.
La
desesperanza es dinamita
que
revienta diques
y
allana caminos.
Pero
aún dormimos
el
sueño inquieto del febril
en
un alba incierta,
soñando
con posibilidades remotas
de
oportunidades huecas.