LA NORIA.

Estoy ejerciendo
de espía de baratillo

oyendo a seis
jóvenes

hablar de las
mismas banalidades,

de los mismos
sublimes misterios,

de las mismas
músicas volátiles,

del mismo amor
torturado

que tú y yo
hablábamos

hace ya treinta
cortos años.

Solo cambia la
pintura,

la ropa, el
último milímetro de dermis.

Lo demás
permanece

en todo su
cíclico esplendor.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.