ROUSSEAU Y EL BUENISMO.

Y de nuevo el
mundo

me recuerda con
malos modos

que Rousseau
pecó de optimista,

que no es
compatible

decir “bueno” y “salvaje”

en la misma
frase.

Que la bondad,
tan etérea,

no está presente

en la equipación
básica de los humanos,

que la mayor
parte de los fuertes

ejercen la
vileza más cobarde

y que las
víctimas

son las mismas,
hoy

y hace mil años.

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