Suele llegar
tarde,
después de
vísperas,
en las noches
lentas,
lerdas,
líquidas,
laxas…
Cuando necesito
la voz
que clame en el
páramo de mi cabeza
y las palabras
desertan
más por
cansancio que por cobardía,
el momento en
que me transfiguro
en cantante
mudo,
poeta manco,
enterrador sin
pala,
amante
frustrado,
licántropo con
leishmania,
persona, al fín.