ÚLTIMAS VOLUNTADES.

Cuando yo muera,

cuando me haya
ido,

llevad lo que de
mi quede:

cenizas,
poemas, memoria,

al mar agitado y
azul

y dejadme allí,

en la orilla de la que parte

un millar de
rutas

para que las
olas me conduzcan

de vuelta a mi
niñez,

junto con mi
gente amada

y los millones
de parias

que son mi
familia extensa.

Que la sal sea
mi lápida,

que Alfonsina me
deje oir,

al fin , su risa
clara

y que el olvido
sea pues

descanso y paz.

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