LA RIVERA.

Me recuerdo en la orilla,
la parte amable del mar,
me veo como antaño
atisbando, un poco miope entonces,
entre destellos fieros y salinos
el cuerpo de aquella chica,
su brillo húmedo, como de delfín
saltando entre las olas,
ebria de sol y juventud
y yo, feliz solo de oír su risa,
de verla bailar a la luz
de velas magras,
feliz de esperar el verano.

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