Abro un libro
y en unas pocas páginas
siento el latido,
el aliento, el aroma,
la vida que arrebató
al autor para poder ser,
da igual si es ínfimo o sublime.
Todos roban un trozo
de vida y experiencia
a su pater putativo
para arrancarse a andar
y alejarse como un hijo pródigo.
Leer es vivir por delegación.