Sueño despierto ahora,
entre vahos alcohólicos
y música de saldo.
Sueño, decía,
con apoyar mi sien
en tu regazo
y rendirme a tu firme blandura.
Sueño, decía,
con entregarme al descanso
de tus manos tibias
en mi pelo y abdicar,
si quiera que sea
por diez minutos
de estos días sin objetivo,
de este clamor irritado
que me arrastra
de un lado a otro
con prisa onírica
para acabar cansado,
sucio y desorientado
en la casilla de salida.
Que sepas, amor,
que eres mi placebo
y esto no es poco decir.