Debo de estar pasando una crisis,
o será, tal vez,
el otoño que avanza
figurado y climatológico
con tardes de las que
el calor se niega
a ser desahuciado.
Y mientras tanto
te sueño y te deseo
con intensidad absurda,
con pensamientos de adolescente
estival y vacante,
bacante y ebrio,
con pasión solar y lúdica
de viejo verde en prácticas,
sin otro consuelo duradero
que no sea el de amontonar adjetivos
para así sofocar
lo antes posible
este ansia que amenaza
con desbordar pública
y cubrirme de patetismo
y silencios culpables.