¿Por qué te escuece el alma?
¿Por qué te llueven los ojos,
con suave, dulce orvallo?
¿Por qué no te das tregua
en tu querer amarlo todo?
¿Por qué no querer sin medida,
sin número?
¿Por qué no amar
en matrices de tres por tres,
en lugar de sucesiones
infinitas y lóbregas?
(Fibonacci era un soso
secuencial y sucesivo)