La palabra gritada en bermellón
y la ira tosca del cobarde,
las manos graves,
en bajo profundo,
que roban años, vida,
moliendo, sin vergüenza,
dignidad, memoria y amor,
convirtiendo algo que
pudo haber sido hermoso
en un limo gris y falso.
El dolor egoísta
que niega el futuro ajeno
a costa del presente
para arañar minutos
de agonía roja
a una vida dilapidada
en excusas y miedo,
culpando a quien,
como un espejo rajado,
solo devuelve
la imagen del propio fracaso.