Derrama el silencio turgente,
extiende con cariño
sus cuatro esquinas
y ajústalas a tu cama.
Míralo con ojos golosos,
acarícialo con manos y cuerpo,
revuélcate en él.
Bebe de su frescor
y hazle el amor despacio,
degústalo antes de que desaparezca,
antes de añorarlo.