Nueva cartografía

En ocasiones el espejo
me devuelve mi imagen
como un mapa tosco
de cicatrices pálidas

Y cada una de ellas
es un recuerdo de vida,
de compañía,
de tormentas de besos y lágrimas
o de caricias huérfanas,

De vuelos sin red,
de acrobacias sin paracaidas.
De cada “te lo dije”
que no fué pronunciado
pero que quedó allí,
colgando de una rama.

De cada abrazo
dado en silencio
-no hacía falta hablar-

De cada olvido de cumpleaños,
de cada ausencia, horrible por evidente.
De cada presencia impuesta y sobrante…

Pero son mi vida,
el único recuerdo que quedará,
cuando la desmemoria cruel
de una ancianidad indigna
me convierta en lastre ajeno
a los que amé,
a los que me amaron.

Serán ellas la guía
que me digan, que me recuerden:

Sí, esto valió la pena.

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