Una de mis alegrías
vino de más allá
del Reino del Preste Juán;
ajena en su simpleza,
sin más manchas que las necesarias,
para hacerse hueco y calor,
para ser fruto de amor delegado,
deseado,
esperado.
Reclamando espacio para ser.
Simplemente eso
No más, no menos.
Por tí crucé un mundo,
por tí domé al minotauro.
Tú me guías
en mi laberinto de deberes
y desafecciones.
Salgo al sol
y allí estás tú.
Es suficiente.