Mis pasos labran las aceras
preñadas de vida y nubes
que vierten, insolentes,
resmas de poesia en espray.
Cientos de versos militantes
que se aferran a muros y tapias
gritando sus soledades pétreas
de ladrillo y mortero gris.
A figuras que transitan,
abstractas a fuerza de ignorar
todo menos su diminuto egoismo,
sin reconocer la belleza lenta
del tiempo encerrado en la piedra,
del instante eterno del acero forjado,
del leve beso de otros alientos.
Versos que acarician las paredes
con dedos de tinta y color,
con labios de amante sabio,
con el amor agreste
del que no espera otra cosa
que días de muros ciegos
que abrirán los ojos
a bellos, nuevos poemas.
Publicado originalmente el 19/09/2010