A veces me basta evocar una sonrisa para arreglar el día,
pero no todas valen igual.
Me deleito en el secreto del valor que le otorgo a cada una.
Algunas son medicinales.
Otras son adictivas.
Aún otras son sensuales y leves, como dedo en la espalda.
Las hay grandes, como océanos de gozo,
Y las hay traviesas, hermosas encara seria.
Hay alguna tímida, como pidiendo perdón por ser,
como si necesitasen más justificación que su mera existencia.
Tengo una colección de sonrisas que guardo, egoista, para mi propio placer.
(Si las conocieses, tenlo por seguro, me envidiarías).
Publicado originalmente el 27/05/2009