Escrito el 4 de junio de 2008:
Mi amor vive en la frontera que no está lejos, ni cerca.
Es una frontera que mira para adentro
como un loco feliz,
que vive cosechando pequeñas soledades,
día a día poniéndolas en ramilletes dulces
y barrocos, crujientes de deseo y seda.
Mi amor vive en la frontera del acantilado.
Como dispuesta a volar, pero sin atreverse,
viendo el mar e invitándolo a subir a su nido.
Pero el mar está enfermo de cordura y canta
con voz de blonda gris bajo el arco del día.
Yo observo, alegre, el trajín de su pecho a su ser.
¡Que afortunado, ver con impudicia esa desnudez!